Hace 80 años los estudiantes cordobeses encendieron la llama
de la Reforma Universitaria. Aunque este proceso comenzó en la atrasada y
clerical provincia de Córdoba, no tardó en extenderse a as otras universidades
del país y desde ahí a toda América Latina y el mundo. Con la bandera de la
Reforma Universitaria se funda el movimiento estudiantil americano y toma forma
su programa por la participación estudiantil en el gobierno de casas de altos estudios,
la autonomía universitaria, la docencia libre y la extensión universitaria. La
Reforma representó, sin embargo, mucho más que un mero episodio estudiantil.
Tuvo presente desde un primer momento el ímpetu de los sectores medios en un
contexto más general determinados por la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa y
el ascenso general de la clase obrera europea de la primera posguerra. Si este
proceso influirá decididamente en el auge del movimiento reformista, la derrota
de la revolución y el equilibrio capitalista que se dará a mediados de la
década del 20 jugarán en su contra. La reforma Universitaria es parte
fundamental de la historia de América Latina. Varias generaciones posteriores
fueron tributarias de este movimiento: de sus filas surgirá en la década del 20
el planteamiento de formar un movimiento nacionalista de contenido burgués
capaz de viabilizar un desarrollo capitalista similar al de los países
centrales en nuestro atrasado y semicolonial continente. Este será el programa
del APRA peruano, fundado por uno de los máximos dirigentes reformistas, Haya
de la Torre. También de las filas de la Reforma surgirá el cubano Mella,
fundador del PC cubano, que pasará por arriba del reformismo y proclamará la inviabilidad
de los objetivos de la Reforma fuera del cuadro de la revolución social
acaudillada por la clase obrera.Por último, a modo de introducción, debemos
señalar que uno de los mayores méritos de la Reforma es que puso de manifiesto
la unidad de la transformación educativa y cultural con la transformación
social y política de la sociedad. Nada más alejado para un estudiante
reformista que el apoliticismo o el academicismo, entendidos como variantes que
rechazan la vinculación del movimiento estudiantil con la lucha política y social.
Los reformistas no dudaron en apoyar a partidos políticos cuando pensaban que
estos favorecían su lucha; de la misma manera cuando consideraron que éstos no
existían resolvieron fundarlos, e incluso llegaron a combatir los partidos que
ellos habían fundado cuando vieron que no respondían a sus intereses y se
lanzaron a construir otros nuevos. Es por eso que el estudio de la Reforma y de
los diversos caminos que eligieron sus protagonistas mantienen hoy todo su
interés para la juventud (Gabriel Solano)
.
La Juventud Universitaria de Córdoba
a los Hombres Libres de Sudamérica
Hombres de una República libre, acabamos de romper la última
cadena que, en pleno siglo XX, nos ataba a la antigua dominación monárquica y
monástica. Hemos resuelto llamar a todas las cosas por el nombre que tienen.
Córdoba se redime. Desde hoy contamos para el país una vergüenza menos y una
libertad más. Los dolores que quedan son las libertades que faltan. Creemos no
equivocarnos. Las resonancias del corazón nos lo advierten: estamos pisando
sobre una revolución, estamos viviendo una hora americana.La rebeldía estalla
en Córdoba y es violenta porque aquí los tiranos se habían ensoberbecido y era necesario
borrar para siempre el recuerdo de los contrarrevolucionarios de mayo. Las
universidades han sido hasta aquí el refugio secular de los mediocres, la renta
de los ignorantes, la hospitalización segura de los inválidos y lo que peor aún
el lugar en donde todas las formas de tiranizar y de insensibilizar hallaron la
cátedra que las dictara. Las universidades han llegado a ser así fiel reflejo
de estas sociedades decadentes que se empeñan en ofrecer el triste espectáculo
de una inmovilidad senil. Por eso es que la ciencia frente a estas casas mudas
y cerradas, pasa silenciosa o entra mutilada y grotesca al servicio
burocrático. Cuando en un rapto fugaz abre sus puertas a los altos espíritus es
para arrepentirse luego y hacerles imposible la vida en su recinto. Por eso es
que dentro de semejante régimen, las fuerzas naturales llevan a medio trizar la
enseñanza y el ensanchamiento vital de los organismos universitarios no es el
fruto del desarrollo orgánico, sino el aliento de la periodicidad
revolucionaria. Nuestro régimen universitario aún el más reciente divino: el
derecho divino del profesorado universitario. Se crea así mismo. En él nace y
en él muere. Mantiene un alejamiento olímpico. La Federación Universitaria de
Córdoba se alza para luchar contra ese régimen y entiende que en ello lleva la
vida. Reclama un gobierno estrictamente democrático y sostiene que el demos
universitario, la soberanía, el derecho a darse el gobierno propio radica
principalmente en los estudiantes. El concepto de autoridad que corresponde y acompaña
a un director o a un maestro en un hogar de estudiantes universitarios no puede
apoyarse en la fuerza de disciplinas extrañas a la sustancia misma de los
estudios. La autoridad en un hogar de estudiantes no se ejercita mandando, sino
sugiriendo y amando: enseñando.
Si no existe una vinculación espiritual entre el que enseña
y el que aprende, toda enseñanza es hostil y por consiguiente infecunda. Toda
la educación es una larga obra de amor a los que aprenden. Fundar la garantía
de una paz fecunda en el artículo conminatorio de un reglamento o de un
estatuto es, en todo caso, amparar un régimen cuartelario, pero no una labor de
ciencia. Mantener la actual relación de gobernantes a gobernados es agitar el
fermento de futuros trastornos. Las almas de los jóvenes deben ser movidas por
fuerzas espirituales. Los gastados resortes de la autoridad que emana de la
fuerza no se avienen con lo que reclaman el sentimiento y el concepto moderno
de las universidades. El chasquido del látigo sólo puede rubricar el silencio
de los inconscientes o de los cobardes. La única actitud silenciosa que cabe en
un instituto de ciencia es la del que escucha una verdad o la del que
experimenta para crearla o comprobarla. Por eso queremos arrancar de raíz en el
organismo universitario el arcaico y bárbaro concepto de autoridad que en estas
casas de estudios es un baluarte de absurda tiranía y sólo sirve para proteger criminalmente
la falsa dignidad y la falsa competencia. Ahora advertimos que la reciente
reforma, sinceramente liberal, aportada a la Universidad de Córdoba por el
doctor José Nicolás Matienzo sólo ha venido a probar que el mal era más
afligente de lo que imaginábamos y que los antiguos privilegios disimulaban un
estado de avanzada descomposición. La reforma Matienzo no ha inaugurado una
democracia universitaria, ha sancionado el predominio de una casta de profesores.
Los intereses creados en tornos de los mediocres han encontrado en ella un
inesperado apoyo. Se nos acusa ahora de insurrectos en nombre de un orden que
no discutimos, pero que nada tiene que hacer con nosotros. Si ello es así, si
en nombre del orden se nos quiere seguir burlando y embruteciendo, proclamamos
bien alto el derecho sagrado a la insurrección. Entonces la única puerta que
nos queda abierta es la esperanza, es el destino heroico de la juventud. El
sacrificio es nuestro mejor estímulo, la redención espiritual de las juventudes
americanas nuestra única recompensa, pues sabemos que nuestras verdades son y
dolorosas las de todo el continente ¿Qué en nuestro país una ley -se dice- la ley de Avellaneda, se opone a nuestro
anhelos?, pues a reformar la ley que nuestra salud moral lo está exigiendo. La
juventud vive siempre en trance de heroísmo. Es desinteresada, es pura. No ha
tenido tiempo aún de contaminarse. No se equivoca nunca en la elevación de sus
propios maestros. Ante los jóvenes no se hace mérito adulante o comprado. Hay
que dejar que ellos mismo elijan sus maestros y directores, seguros de que el
acierto ha de coronar sus determinaciones. En adelante sólo podrán ser maestros
en la futura república universitaria los verdaderos constructores de almas, los
creadores de verdad, de belleza y de bien.La juventud universitaria de Córdoba
cree que ha llegado la hora de plantear este grave problema a la consideración
del país y de sus hombres representativos. Los sucesos acaecidos recientemente
en la Universidad de Córdoba con motivo de la elección rectoral, aclaran
singularmente nuestra razón en la manera de apreciar el conflicto
universitario. La Federación Universitaria de Córdoba cree que debe hacer
conocer al país y a América las circunstancias de orden moral y jurídico que
invalida al acto electoral verificado el 15 de junio. Al confesar los ideales y
principios que mueven al juventud en esta hora única de su vida, quiere referir
los aspectos locales del conflicto y levantar bien alta la llama que está
quemando el viejo reducto de la opresión clerical. En la Universidad Nacional
de Córdoba y en esta ciudad no se han presenciado desórdenes, se ha contemplado
y se contempla el nacimiento de una verdadera revolución que ha de agrupar bien
pronto bajo su bandera a todos los hombres libres del continente. Referiremos
los sucesos para que se vea cuanta razón nos asistía y cuánta vergüenza nos
sacó a la cara la cobardía y la perfidia de los reaccionarios. Los actos de
violencia, de los cuales nos responsabilizamos íntegramente, se cumplían como
en el ejercicio de puras ideas. Volteamos lo que representaba un alzamiento.
Aquellos representan también la medida de nuestra indignación en presencia de
la miseria moral, de la simulación y del engaño artero que pretendía filtrarse
con las apariencias de la legalidad. El sentido moral estaba oscurecido en las
clases dirigentes por un fariseísmo tradicional y por una pavorosa indigencia
de ideales. El espectáculo que ofrecía la Asamblea universitaria era repugnante.
Grupos de amorales deseosos de captarse la buena voluntad del futuro rector exploraban los
contornos en el primer escrutinio, para inclinarse luego al bando que parecía
asegurar el triunfo, sin recordar la adhesión públicamente empeñada, el compromiso
de honor contraído por los intereses de la universidad. Otros los más -en
nombre del sentimiento religioso y bajo la advocación de la Compañía de Jesús,
exhortaban a la traición y al pronunciamiento subalterno. (Curiosa religión que
enseña a menospreciar el honor y deprimir la personalidad. Religión para
vencidos o para esclavos). Se había obtenido una reforma liberal mediante el
sacrificio heroico de una juventud. Se creía haber conquistado una garantía y
de la garantía se apoderaban los únicos enemigos de la reforma. En la sombra
los jesuitas habían preparado el triunfo de una profunda inmoralidad.
Consentirla habría comportado otra traición.
A la burla respondimos con la revolución. La mayoría
expresaba la suma de la represión, de la ignorancia y el vicio. Entonces vimos
la única lección que cumplía y espantamos para siempre la amenaza del dominio
clerical. Armoniosa lección que acaba de dar a la juventud el primer ciudadano
de una democracia universitaria. Recojamos la lección compañeros de toda América,
acaso tenga el sentido de un presagio glorioso, la virtud de un llamamiento a
la lucha suprema por la libertad, ella nos muestra el verdadero carácter de la
autoridad universitaria, tiránica y obcecada, que ve en cada petición un
agravio y en cada pensamiento una semilla de rebelión.
La juventud ya no pide, exige que se le reconozca el derecho
a exteriorizar ese pensamiento propio en los cuerpos universitarios por medio
de sus representantes. Está cansada de soportar a los tiranos. Si ha sido capaz
de realizar una revolución en las conciencias, no puede desconocérsele la
capacidad de intervenir en el gobierno de su propia casa.
Enrique F.
BARROS, Horacio VALDÉS, Ismael C. BORDABEHERE
Presidentes
-
Gumercindo
SAVAGO
-
Alfredo
CASTELLANOS
-
Luis M. MÉNDEZ
-
Jorge L.
BAZANTE
-
Ceferino GARZÓN
MAEDA
-
Julio MOLINA
-
Carlos SUÁREZ
PINTO
-
Emilio R.
BIAGOSCH
-
Ángel J. NIGRO
-
Natalio J.
SAIBENE
-
Antonio MEDINA
ALLENDE
-
Ernesto GARZÓN.
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