Evo Morales y Alvaro García en un acto de las cooperativas mineras. Foto: Tercerinformación.
Análisis y Opinión
30/08/16
Ante la crisis política interna, Evo Morales está buscando
victimizarse frente a las audiencias internacionales con la versión de
otro golpe de Estado contra su gobierno. Esta versión desgastada no cala
en la población boliviana que sabe que ese discurso solo esconde las
fuertes contradicciones dentro del MAS y la administración
gubernamental.
Los propagandistas del gobierno de Evo Morales, como KatuArconada,
Noel Manzanares Blanco, Rómulo Pardo Silva (aún no aparece para este
tema Atilio Borón), insisten en que ya se venía creando un clima
desestabilizador con las protestas de las personas con discapacidad y de
los transportistas de hace algunos meses, cosa que no resiste el
análisis porque estas protestas tienen un carácter distinto.
El conflicto entre el gobierno y los cooperativistas es el reflejo de
fuertes contradicciones entre ellos, propiciadas por la crisis global
del imperialismo. Frente a la caída de los precios de los minerales el
año pasado y el agotamiento de vetas, los socios capitalistas de las
cooperativas han presionado para contar con más concesiones y aplicar la
sobreexplotación. Desde Gonzalo Sánchez de Lozada hasta Evo Morales,
los gobiernos han preferido transar con este grupo de la burguesía
nacional que dirige las cooperativas. A cambio, las autoridades vieron
en ellas a grandes masas capaces de garantizarles apoyo electoral y
grupos de choque para acallar a otros sectores disidentes.
Aquí es necesario aclarar que en una misma cooperativa existen los
socios capitalistas (con hasta millones de dólares) y los socios
empobrecidos que en algunos casos trabajan para los primeros, o cuentan
con una acción y trabajan en condiciones totalmente precarizadas. Esos
cooperativistas enriquecidos son los aliados del gobierno de Evo
Morales, y actualmente ocupan puestos en el Poder Ejecutivo, el Poder
Legislativo, en el cuerpo diplomático (embajadas y consulados) e incluso
en el Tribunal Electoral.
Los cooperativistas enriquecidos son capaces de manejar a grandes
masas de socios empobrecidos para defender concesiones o buscar ventajas
que al fin y al cabo van a beneficiar de manera visible a los socios
capitalistas (exención de impuestos, preferencias y hasta ausencia de
beneficios laborales, como sindicatos, para la gran masa de socios y
asalariados empobrecidos dentro de las cooperativas). Por tanto las
cooperativas mineras nunca fueron, como históricamente sí fueron los
mineros sindicalizados, una “vanguardia de la lucha antineoliberal”.
Esta alianza del gobierno de Evo Morales y los cooperativistas
enriquecidos ya cobró la vida de 16 mineros asalariados en Huanuni
(2006), cuando los aliados del MAS quisieron tomar más espacios dentro
de esa empresa nacionalizada. En ese momento ningún miembro del gobierno
acusó a los cooperativistas de intentar un golpe de Estado, sino que la
alianza se profundizó más con mayores beneficios para los capitalistas
nacionales. Las cooperativas se incrementaron de 600 (año 2007) a 1.300
(2012), las concesiones de 30 mil (2006) a 400 mil (2014). Actualmente
se habla de más de 100 mil personas involucradas en su funcionamiento.
Por eso es un sector de gran clientela electoral para el gobierno.
Evo Morales en exitosa reunión con cooperativistas mineros de Fencomin. Foto: Ferreco
La alianza del gobierno con este sector de la burguesía nacional se
alimentó con prebendas. En la última campaña de referéndum para la
reelección de Evo Morales, el pasado 21 de febrero de este año, los
cooperativistas entregaron 350 mil bolivianos contantes y sonantes al
mismísimo Presidente, sin que el Tribunal Electoral diera nunca
información sobre ese manejo.
La capa enriquecida de los cooperativistas por supuesto quiere más, y
demanda aliarse con capitalistas privados y transnacionales. Esto va
contra los planes del gobierno que busca también por su lado inversión
extranjera directa pues el modelo de San Cristóbal (Sumitomo) le resulta
más conveniente para su plan de gobierno. En todo este tiempo Evo
Morales ha construido infraestructura que favorece a las transnacionales
de hidrocarburos y de la minería, pero nada para esta burguesía
nacional formada por supuestos cooperativistas.
Evo Morales recibiendo 350 mil bolivianos de los cooperativistas
mineros para su re elección en el referéndum que perdió el 21/02/16.
Foto: El Diario
Cuatro muertos o más
Una vez más la violencia estatal ha causado muertos entre los obreros
empobrecidos. Tres mineros muertos por disparos de bala, uno más con
muerte cerebral y otro muerto por dinamita, todos pobres y de origen
campesino. El gobierno incluso aclara que dos de los muertos no eran
cooperativistas sino asalariados, lo que muestra que dentro de las
cooperativas existen socios con capacidad de contratar mano de obra y
utilizarla incluso como carne de cañón.
Fermín Mamani Aspeti: muerto por bala “por laceración de cayado arteria aórtica y un traumatismo torácico penetrante”. (Opinión)
Rubén Arapaya Quispe: muerto por bala que entra por el costado derecho de la espalda.
Severino Ichota Poma: muerto por bala en la cabeza.
Freddy Ambrosio: muerto por explosión de dinamita (Erbol).
Pedro Mamani Masi: muerte cerebral por bala en la cabeza (El Deber).
Julián Cáceres: herido por bala en el estómago (Los Tiempos).
En este conflicto entre el gobierno y su aliado también ha sido
ajusticiado el viceministro Rodolfo Illanes, militante del MAS y
exmilitante del MIR (partido de los narcovínculos y la extrema
corrupción, aliado de ADN del dictador Hugo Banzer Suárez).
Esta lucha interna de aliados en el MAS sólo expresa el nivel al que
ha llegado la pugna de intereses dentro de esa coalición. La mirada
pragmática de Evo Morales para comprar clientela política puede mirar
hacia otro lado, pero es un hecho que ya no quedan sectores populares
capaces de vender sus reivindicaciones ante una crisis que sólo agrava
las perspectivas de su sobrevivencia.